La Astronomía: ¿Musa o Sirena?
Después de todas las penurias (y algunas alegrías) que os he contado en los últimos meses en mi blog, probablemente os hayáis preguntado varias veces, ¿qué es lo que investiga esta chica que le lleva a soportar estar tan lejos de casa y de su familia, adaptarse a una nueva cultura, lidiar con un jefe exigente, e incluso a aguantar a un vecino acosador?
La astronomía ha sido para mí desde muy pequeña uno de los motores más importantes de mi vida. Poder dedicarme a ello profesionalmente ha sido mi objetivo desde hace años, y con él en mente he desafiado a todo lo que ha osado ponerse en mi camino: los prejuicios de la sociedad hacia mí y hacia lo que debía o no debía hacer como mujer, a mi familia en algún caso, al reto de vivir a 10000 km de casa, a jefes desmotivantes, a los novios que me apoyaban poco… Por decirlo de alguna manera, la astronomía ha sido para mí algo así como una musa. Es decir, una fuente de inspiración para la vida.
Desde que empecé mi tesis, hace ya casi 7 años, mi objeto de investigación se centra en unos objetos celestes que se llaman enanas marrones (brown dwarfs, en inglés). A pesar de tener un nombre un poco extraño, las enanas marrones no son más que las hermanas mayores (en masa) de los planetas gaseosos que encontramos en nuestro Sistema Solar: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. La enana marrón más cercana conocida hasta la fecha está a tan sólo 6,5 años-luz de la Tierra. Igual que los planetas y a diferencia de las estrellas, las enanas marrones no queman hidrógeno en su interior, por ello, desde que se forman, estos objetos se enfrían progresivamente con el tiempo hasta acabar perdiendo totalmente su calor interno al cabo de varios miles de años. Las enanas marrones tienen temperaturas bastante frías en comparación con el Sol, entre 2000ºC y ¡0ºC! las más frías. ¿Por qué es importante estudiar en detalle las enanas marrones? Precisamente porque se ha descubierto que son muy parecidas en su composición atmosférica y también en aspecto a los planetas gigantes que se han encontrado orbitando alrededor de otras estrellas. Sin embargo, estos planetas alrededor de otras estrellas son difíciles de observar en detalle, debido a que la luz de la estrella “ciega” al telescopio y no nos permite observar el planeta, que es mucho más débil que la estrella a la que orbita. Hoy por hoy, sabemos de manera bastante precisa la composición de las enanas marrones a diferentes temperaturas y también sabemos que tienen nubes y la profundidad a los que los diferentes tipos de nubes se sitúan. Esperamos que los planetas gigantes que orbitan otras estrellas, se parezcan también en composición y en estructura.

Probablemente, una de las cosas que más me alucina de investigar este tipo de objetos es que seamos capaces de averiguar tantas características de ellos a pesar de ser tener temperaturas tan frías. Todo ello se lo debemos al desarrollo tecnológico tan gigante que se lleva a cabo para producir avances en astronomía: telescopios cada vez más grandes e instrumentos de observación cada vez más precisos que nos permiten desvelar con mejor precisión los misterios del Universo. Además, algunos de los descubrimientos o de los instrumentos que se desarrollan para hacer astronomía se aplican después para otros fines: por ejemplo, los satélites que le dicen a tu GPS dónde estás, son capaces de orientarse con gran precisión debido a que utilizan como sistema de referencia unas galaxias muy lejanas llamadas cuásares. Así que google maps existe porque estas galaxias tan lejanas pueden ser utilizadas de guía. Otro ejemplo, es la técnica llamada en astronomía “óptica adaptativa”. Ésta se utiliza para aumentar la resolución de imágenes astronómicas, distorsionadas por la turbulencia de la atmósfera terrestre, a través de la modificación de la trayectoria de la luz que atraviesa el instrumento de observación. Pues bien, esta técnica también se utiliza en medicina para observar tejidos humanos y hacer diagnósticos de enfermedades más precisos.
Sin embargo, el coste humano de la astronomía y de la ciencia en particular es siempre alto. Requiere bastante sacrificio personal para los investigadores, mucho trabajo con horarios poco establecidos, sueldos relativamente bajos para las cualificaciones que son necesarias, y por supuesto falta de estabilidad personal, debido a que cada 2 o 3 años es casi obligatorio cambiar de lugar de investigación, lo cual casi siempre requiere cambiar de país. Este tipo de vida puede ser un éxito desde el punto de vista laboral, y puede ser un fracaso desde el punto de vista personal. Aun así, algunos como yo, con la esperanza de algún día poder vivir de nuestra pasión de manera permanente, perseguimos los que pudieran eventualmente ser “cantos de sirena”, igual que Ulises en La Odisea.
Habrá que esperar hasta el final para saber si, para mí, la astronomía resultó ser una musa o una sirena.
Precioso post…poco más se puede decir…esa lucha con gigantes (aunque se llamen enanas marrones) de la que tanto sabéis los manchegos…locura e ilusión y realidad…al final la astronomía es como la vida misma, un sueño muy real o, como dices, musas, que andan lejos aunque estén a nada más ¿? que 6,5 años luz…
Besos y abrazos desde la estepa…manchega…
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¡Me alegro de que te haya gustado! esto es también, efectivamente, una lucha contra gigantes (de muchos tipos). ¡Esperemos que las musas sigan inspirando!
Besos y abrazos desde el desierto verde de Arizona 🙂
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Great reading youur blog post
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