Una manchega en su primer (y último) partido de fútbol americano
Una de las cualidades principales que todo científico debería tener es, a mi parecer, la curiosidad. De una manera sana, por supuesto. Según la RAE*, que por cierto últimamente me tiene bastante decepcionada*, curioso/a tiene las siguientes definiciones:
- Inclinado a enterarse de cosas ajenas
- Inclinado a aprender lo que no conoce
- Limpio y bien arreglado
- Que llama la atención o despierta interés por su rareza u originalidad
- Propio de la persona curiosa
- Estimable o apreciable
- Que hace las cosas con gran habilidad y esmero
- Ven.Persona que realiza cualquier oficio
Me resultó bastante curioso que la primera definición de la RAE fuera la de curioso sinónimo de cotilla, metiche, chismoso o bacín, como dicen en mi pueblo. Pero era de la segunda definición de la que yo os quería hablar. Inclinado a aprender lo que no conoce. Esa curiosidad me ha acompañado desde pequeña, metiéndome algunas veces en problemas. Mi frase favorita era la de ¿qué pasaría si hago esto…? y lo que pasaba es que casi siempre pasaba que me llevaba un zapatillazo… pero más allá de los zapatillazos, la curiosidad fue lo que me inspiró a estudiar, no sólo ciencias, física o astronomía, sino también lengua, historia, inglés, alemán o lo que fuera tocando en el momento. Hasta hace unos años, mi curiosidad se limitaba a temas de hacer cosas “con la cabeza”, pero desde hace un tiempo, también me gusta explorar los deportes, aunque no sea en profundidad.
Después de dos meses justos viviendo en Tucson, y después de un mes viviendo en una casa normal y limpia, con mis muebles nuevos y mi coche “nuevo”, pude empezar a dedicarme un poco más a disfrutar de estar un sitio tan peculiar como este. Así que cuando Annalisa y Mike, su chico, me propusieron ir a ver un partido de fútbol americano entre la Universidad de Arizona y la Universidad de Standford enseguida acepté. A priori el fútbol americano, donde unos cuantos machotes se pegan empujones como borricos, no tenía papeletas para convertirse en mi deporte favorito, pero fui a verlo por curiosidad. Y porque era una invitación. Antes de ir al partido, había una especie de “fiesta”, (esta palabra siempre hay que ponerla entre comillas cuando la “fiesta” sucede en EE.UU.) donde un amigo de Mike tenía un chiringuito muy bien montado, lleno de comida y cerveza dentro del campus de la Universidad. Ya os conté en otra ocasión, que el alcohol no está permitido dentro del campus, igual que el tabaco y las armas, pero tratándose de un partido de fútbol americano de esta magnitud… pues el campus hizo una excepción con el alcohol. Eso sí, dentro del estadio no se dejaba entrar ni una gota. Después de alimentarnos e “hidratarnos”, nos fuimos al estadio. Al estadio no se podían pasar bolsos, bueno, sólo unos bolsos monísimos transparentes que vende la tienda de la Universidad de Arizona, con la excusa de que así se puede ver lo que hay dentro del bolso… sí claro, como si a estas alturas no existieran los escáneres. Tampoco se podía pasar ninguna bebida, ni agua… claro, así además hace el agosto la tienda de refrescos de dentro del estadio, que unas horas más tarde descubriríamos que sólo vendía: coca cola, agua, y palomitas con azúcar y sal (¡viva la salud!).
Antes de empezar el partido ya había un show en el campo: música dance a tope, las cheer leaders, monísimas, delgadísimas, rubísimas y a ser posible enseñando un poco de pechuga, salían a animar al público al campo cantando U of A!! Junto con la mascota de Arizona que es un Wildcat (gato silvestre). Después salió una banda de música y unos militares desfilando. Tenían que por supuesto glorificar a los estudiantes militares. Finalmente, con un montón de fuegos artificiales (ver entrada de los jugadores), salieron los jugadores de ambos equipos. A cuántos niños de África podrían alimentarse con el pastizal que se ha dejado la universidad en los primeros 10 min de este partido, pensé yo. Por supuesto, como no podía faltar, justo antes de empezar el partido, todo el mundo cantando el himno de EE.UU. (ver vídeo cantando el himno de EE.UU.) con la mano en el corazón, y al acabar, todo el mundo aplaudió casi llorando. Los que me conocéis, ya sabéis la cara que se me quedó.



Por fin comenzó el partido, que duraba 90 min. ¡Ah! Como uno de fútbol “normal”, pensé yo inocentemente. Pero resulta que no, que cada vez que alguien hace una falta o meten gol, el tiempo se para. Y hacedme caso, el tiempo se paraba cada 5s… El partido lo ganaba quien metiera más goles y/o llegara más veces a la línea de área contraria. Todo el rato, además, se estaban cambiando jugadores. De manera que entre una jugada y otra podía cambiar medio equipo, y luego volvían a jugar más tarde. Demasiada acción en ese aspecto, pero dentro de 5s volvía a hacerse otra falta y a pararse el juego. Otra vez se cambiaban los componentes de los dos equipos… y mientras las cheer leaders bailando y dando saltos todo el rato. En fin, he de admitir que durante la primera hora estuvo interesante… pero en 1h de tiempo real, sólo se habían jugado 15 min de partido…
A las 2h de partido, Annalisa y yo decidimos que nos aburríamos y fuimos a comprar palomitas, porque de cerveza ni hablar… y fue cuando descubrimos que sólo vendían palomitas con azúcar, o palomitas con azúcar y sal. Podéis imaginaros la cara con la que nos quedamos las dos… y encima Arizona iba perdiendo. Así que con las mismas, decidimos que nos marchábamos, arrastrando “amablemente” al pobre Mike que estaba disfrutando el partido.
En definitiva, me parece que el fútbol americano nunca será mi fuerte. Sin embargo, este tipo de eventos tienen la capacidad de hacerme sentir como viviendo dentro de la típica película americana de sábado por la tarde. También consiguen satisfacer mi curiosidad, aunque enseguida me dé cuenta de que este de estas “americanadas” no son para mi.
* RAE: Real academia de la lengua española. Limpia, fija y da esplendor.
* La RAE generó indignación por definición machista de “fácil”